Suena el despertador, lo apago, me levanto, me aseo, tomo desayuno me voy al trabajo, trabajo, como, trabajo, vuelvo a casa , tomo once , veo una película, leo me duermo, suena el despertador, me levanto , me aseo, tomo desayuno, me voy al trabajo, trabajo, como y así. De tiempo en tiempo una pausa , una actividad en la iglesia, un concierto , oraciones y eso. La rutina de la vida diaria es esa y sin darnos cuenta se nos pasan los minutos, las horas , los días y los años y cuando creemos que aún queda muchísimo por recorrer estamos postrados en una cama con personas que amamos al rededor llorando , con una sensación de debilidad que nos entumece hasta los huesos y con una consciencia de que nuestra hora de morir ha llegado . La familia llora, una lágrima corre por la mejilla y todo lo que vivimos pasó. Ya no importa el auto, la casa en la playa , las cuentas bancarias ni las deudas. Todos ellos rodaron de nosotros al mismo momento en que esa lágrima corrió por la mejilla al momento de partir , toda una vida pensando en cosas que no perdurarán y muy poco tiempo dedicado a pensar en aquello que no acabará jamás.
Trato de volver el tiempo atrás, me pregunto donde estuvo mi energía, mis fuerzas de la juventud, en qué comprometí la virtud de mi vida y al final lo único que queda como respuesta a esas preguntas es un largo vacío, las cosas vividas en los tiempos en que mi cuerpo vivía son tan irrelevantes que ni siquiera lograron quedar guardadas en mi memoria, la vida fue una oda a la vanidad , a la vacuidad y al invisibilizar esta realidad de la cual , por preocuparme de cosas que nunca llegaron a ocurrir olvidé pensar en aquello que no había ninguna duda que llegará a pasar, “si tan solo pudiera volver el tiempo atrás. ”
Esta historia, no pertenece a alguien en particular que podamos constatar , sin embargo en ella se refleja la realidad de cualquier persona, la frase final es la frase más recurrente de quienes están pronto a morir y debe ser una advertencia para todos quienes caminamos en la mortalidad aún.
Somos peregrinos
No sólo los cristianos lo somos, más allá de las creencias, de las visiones , de la fortaleza física , emocional o económica. Todos los hombres estamos de paso y más temprano que tarde, si tenemos la bendición de llegar a ese lecho de muerte , estaremos enfrentando el paso de este mundo y reprochándonos el haber pensado tan poco en algo tan relevante. Mientras escribo estas líneas los noticieros están vueltos locos mostrando la noticia de la muerte del famoso futbolista. Diego Maradona, aquel que tenía hasta una religión para él , que tuvo acceso a todos los placeres que esta vida pudo ofrecer o quiso , hoy yace en un ataúd , en medio de multitudinarios funerales en distintos lugares del mundo y su cuerpo está experimentando la descomposición de la misma forma que lo haría el más pobre de los hombres, ya nada importa.
Nada importa si no estás en Cristo, nada podrá cambiar tu eternidad y prepararte de mejor forma para tu muerte que estar escondido en el único que la venció. Debes creer en el evangelio que predicó y reconocer que eres un pecador torcido y perdido, que has ofendido a Dios desde el día de tu nacimiento y que no hay esperanza alguna, que toda tu vida hasta este punto ha sido un grito intenso de vanagloria y autocomplacencia y que estás arrepentido de no haberte dado nunca cuenta de quien eres y quien es Dios. Debes reflexionar en el hecho de que Jesús vino a la cruz a morir en tu lugar y que él mismo recibió en su propio cuerpo el castigo que tu mereces por tu torcida moralidad . Debes creer para experimentar la nueva vida que él mismo vivió y así lograr que tu peregrinaje tenga sentido, porque lo quieras o no si no llegas a tu muerte refugiado en Cristo , más allá de esta vida no habrá nada bueno para ti.