Semana Santa: ¿Porqué Murió Cristo?

 

Este es una editorial para el diario electrónico la Voz de Pucón (www.lavozdepucon.cl) en la que participé en su redacción y creo explica precisamente el sentido de lo que recordamos durante estos días.

Hoy la tradición religiosa recuerda la muerte de Cristo  en una Cruz. Y si bien nos parece extraordinariamente relevante este hito, tal como anunciamos en nuestra editorial del año pasado.  Parece necesario nuevamente explicar el sentido real de esta celebración. 

Lo primero que debemos aclarar es que Jesús no murió un viernes,  las profecías y palabras del propio Jesús señalan que estaría tres días y tres noches muerto, y existe certeza que la resurrección sucedió el domingo. No hay tres días y tres noches de viernes a domingo.

La biblia es clara enseñando que Jesús compartió la última cena un día Miércoles. Fue apresado esa misma noche (comienzo del día judío) y crucificado durante ese mismo día en la tarde (al término del día judío, recordemos que los días judíos son lunares, comienza cuando se esconde el sol). El día siguiente (jueves nuestro) era un día feriado de gran solemnidad judía por eso se debió apurar su entierro. Así estuvo tres días y tres noches muerto y el domingo resucitó.  Esta inmensa confusión respecto al día de muerte de Jesús existente actualmente nos demuestra la poca consciencia real que tiene nuestra sociedad respecto a los hechos vividos por Jesús de Nazareth hace dos mil años atrás. Y este fin de semana, para muchos, no es otra cosa que un tiempo de descanso o de relajo. Muy pocos se preguntan el sentido real de la muerte de Cristo. Queremos explicarlo en estas breves líneas. 

El sentido real de la muerte de Cristo eres tú. Si, tú, cualquiera que está leyendo estas líneas explica el sentido de la muerte de Cristo. Dios ha mostrado desde el principio de la creación que debido al pecado, todos los seres humanos están lejos de Dios, sin esperanza, muertos espiritualmente y en la sala de espera de un destino eterno de Juicio. 

El hombre no es una víctima en este mundo si no que es culpable frente a los edictos de un Dios Santo. El edicto decía “alma que pecare esa morirá” y con ello toda la humanidad quedó destituida de la Gloria de Dios (Romanos 3:23).  En este escenario la raza humana no tiene ninguna esperanza y sólo le resta esperar el término de su existencia para recibir ese castigo. Por esto Dios envió a Jesús a morir en la Cruz, la muerte más tortuosa, doloroso y cruel que existía en la época. Cuando Jesús estaba clavado en la Cruz, Dios imputó en Él el castigo tuyo, ese que te condenaba y al verlo molió el cuerpo de su hijo con su ira, de tal forma de abrir una puerta de esperanza frente a tu maldad. Un Dios justo y santo no puede aceptar a un pecador como tú, ese dilema se resuelve en la Cruz por cuanto tu pecado fue juzgado.  Así, cada persona que crea en el Evangelio puede ser rescatada de su estado de muerte espiritual y ser reconciliado con Dios y así ser librado del justo juicio que nos espera, ¿por qué? porque su deuda ya fue pagada en el cuerpo de Jesús. Pero no todos, sólo los que creen y se arrepienten.  

La muerte es un paso ineludible para cada hombre y al enfrentarlo no importarán nuestra posesiones, nuestras familias ni cuanto nos cuidamos, sólo importará si estamos revestidos en Cristo o no. Si estamos cubiertos de la persona de Cristo habrá salvación, sino  nada podrá librarnos de experimentar la santa justicia de Dios. Eso es lo que recordamos estos días. 

¡Por eso cree! 

El  contenido de esta editorial  fue elaborado en convenio para Fundación Metanoia www.fundacionmetanoia.cl

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